CAMBIAR EL CHIP
Conversamos con Graciela Lesna para reflexionar sobre claves del desempleo juvenil, las primeras experiencias laborales, el trabajo del futuro y la orientación educativo laboral.
Graciela es tacuaremboense, Psicóloga y Magister en Diseño de Ambientes de Aprendizaje. Se ha especializado en el diseño de proyectos socio laborales para jóvenes y en la formación de referentes y orientadores educativos laborales en el ámbito público y privado.
Conversando nos enteramos que la primera práctica pre profesional de Graciela y dónde conoció de cerca el trabajo con jóvenes fue en un Centro Juvenil de El Tejano y por casualidad o no, en el primer número de nuestra revista, compartimos sus experiencias, reflexiones y perspectivas sobre el mundo del trabajo y los jóvenes.
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¿Por qué en Uruguay la tasa de desempleo juvenil triplica a la media?
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Es histórica esta tasa de desempleo juvenil en Uruguay y tiene que ver con muchos factores. Vivimos en un mundo adultocéntrico, no es tan habitual que se escuche la voz de los jóvenes. Seguimos pensando y diseñando acciones para promover el empleo juvenil desde una mirada adultocéntrica y cada vez más obsoleta.
Después de la pandemia y con la aceleración de la inteligencia artificial, parece que nos estamos dando cuenta de que el mercado laboral está cambiando drásticamente. Pero en realidad, hace 20 años que está sucediendo… no lo queríamos o podíamos ver porque los procesos sociales son lentos. También post pandemia parece que nos enteramos de que tenemos emociones y necesitamos hacer cosas para la salud mental.
Si seguimos diseñando políticas para un mercado laboral que ya no existe, obviamente que no vamos a motivar a los gurises, ni comunicarnos adecuadamente para que accedan a esas políticas y sí no realizamos acciones para que permanezcan y puedan sostenerse … tampoco vamos a tener resultados. Lo que sabemos es que sí hay un acompañamiento socioeducativo adecuado, los gurises se agarran con toda su fuerza a la experiencia y después no quieren que termine.
A veces también hay cosas que funcionan muy bien y se desarman. No necesariamente por un cambio de gobierno, parece que cada nueva administración quiere descubrir la pólvora, que empezamos de cero cada vez, no se acumula conocimiento, experiencia y cuando los resultados no se dan … los culpables son los jóvenes.
¿Qué tan importante es la primera experiencia laboral?
Si queremos bajar el desempleo juvenil, tenemos que hacer esto de una manera diferente, cambiar el chip. Hay que diseñar la experiencia de ese joven que está teniendo una primera experiencia laboral para que sea algo verdaderamente formativo.
La experiencia del primer trabajo me marca el rumbo de los siguientes, si la primera experiencia laboral es buena, hay un pronóstico favorable de que el recorrido posterior también sea bueno.
Acá nuevamente volvemos a la visión adultocéntrica, “tengo una empresa, soy comerciante, no estoy para educar …” acá la responsabilidad cuando las cosas no funcionan no es de los jóvenes, es de todas y todos los adultos.
Las experiencias que tienen los jóvenes respecto al mundo del trabajo son las de sus familias, a veces éstas vienen de muchas generaciones con experiencias negativas y los gurises llegan con este aprendizaje, con esas creencias internalizadas y eso también incide en lo llamamos autoeficacia, la confianza en lo que yo puedo.
Los chiquilines esconden un gran temor al fracaso y lo tapan con otras cosas, en esa suerte de autoboicot disfrazado en la que no van a la entrevista de trabajo o van y se mandan una macana, detrás de eso muchas veces está el miedo al fracaso.
Expectativas y Lealtades
Hay jóvenes que tienen pocas expectativas respecto a su desempeño en el mundo laboral, sobre todo porque se nutren de las experiencias familiares y del entorno. Si yo vengo de una familia que ha tenido pocas experiencias laborales, voy a tender a pensar que yo voy a vivir lo mismo.
Las llamadas lealtades inconscientes son aquellas que uno hace para pertenecer. A veces por más que tenga ganas de hacer otra cosa, el impulso y la energía van hacia otro lado, se va coartando esa posibilidad por una lealtad invisible “no puedo ser más que mi familia, si todos llegaron hasta acá ¿quién soy yo para...?”. Las lealtades por reparación en cambio, vendrían a ser los casos de las y los primeros universitarios de la familia.
Diseñar la experiencia
Hay empresas que sabemos que diseñan estrategias de ingreso de jóvenes al mundo laboral en conjunto con entidades de capacitación, ONGs, programas de Formación Dual en que los jóvenes transitan en conjunto una capacitación y una práctica laboral acompañada, empresas que reciben a chiquilines de pasantías de UTU o participan del programa Yo Estudio y Trabajo … pero la gran mayoría no.
Los países que trabajan hace tiempo con Formación Dual como Alemania, España, esto lo tienen más claro. Está comprobado que tomar a jóvenes en experiencias duales, apostar a ellos, a la formación, a diseñar la experiencia, brindar las herramientas, acompañar, etc. termina beneficiando también a la empresa.
Otra vez la visión adultocéntrica… “yo no tengo que hacer nada, a la edad de él estaba trabajando y nadie me tenía que enseñar”. Eso es lo que hay que cambiar, tenemos que entender que hay algunos soportes sociales que se han ido cayendo y que el mundo ya no es igual al de nuestra juventud.
Cambiar el chip es clave, estamos en un momento de transición y de transformación muy profunda del mundo del trabajo y de la educación. En los próximos 20 años, hay gente muy formada que va a quedarse sin trabajo, su trabajo va a desaparecer o se va a transformar y esa gente también va a necesitar acompañamiento, diseño de experiencia, pensar nuevas cosas para reconvertirse laboral y socialmente.
¿Cuáles son las claves del mercado laboral del futuro?
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Era extraño antes, ahora es más extraño todavía. Todo lo que vos podés leer respecto a los cambios en el mercado de trabajo te dicen que todavía no se sabe para dónde va a disparar la liebre.
Hay un informe de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto de 2018 que para mí es muy claro, establece que todas las tareas rutinarias y repetitivas son las que primero se van a automatizar y uno tiende a pensar que esas tareas son manuales, de operarios fabriles más que nada … pero no es tan así, para poner un ejemplo la contabilidad es rutinaria y repetitiva.
Nos tenemos que enfocar en las tareas que implican el pensamiento crítico y la toma de decisiones complejas. Lo que no es repetitivo y rutinario, es creativo e innovador y muy asociado a todo eso, están las habilidades sociales y humanas, porque cuando éstas no funcionan bien, lo demás no va a servir tampoco.
Para los jóvenes que están entrando al mercado laboral en este momento, yo les diría que no importa mucho cuál sea esa experiencia, sino identificar las habilidades que te llevas con vos de ese lugar. Por ejemplo, acá aprendí a trabajar en equipo y ese aprendizaje me lo voy a llevar, no importa lo que vaya a hacer después.
La autoevaluación requiere autoconocimiento y revisión, a eso hay que entrenarlo mucho. Ya no importa tanto la carta de recomendación, importa lo que vos identifiques como habilidades que te llevás a otra experiencia, que te van a dar confianza, que te vas a animar a volverlas a hacer porque le agarraste la mano. Hay que ayudar a las personas a identificar esas competencias, apuntalar la autoestima y la confianza.
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¿Y ahora qué estudio?
Todavía existe ese mito de que estudiar no sirve para nada y eso no es real, está más que comprobado que a más ciclos educativos finalizados, más rápido vuelvo a conseguir trabajo cuando me quedo sin él y mejoran los salarios y la calidad de los empleos que puedo obtener.
Sin ir más lejos, dos personas que se quedan sin trabajo porque cerró la empresa, va a conseguir más rápido y mejores trabajos el que tenga la secundaria completa, que el que tiene ciclo básico. Esa información hay que transmitirla a los chiquilines, porque a veces en su entorno escuchan otras cosas y no tienen tan claro que ésta es una realidad basada en datos.
Lo importante es estudiar algo, no importa qué, las carrera de grado son los cimientos del edificio. Antes era lo último, como se decía “logré un título universitario y me salvé”, hace 20 años que no es más así, pero lo seguimos repitiendo. Hoy en día las carreras de grado son los cimientos y arriba voy a ir construyendo con cursos cortos, con experiencias, con conocimientos autodidactas, un edificio que no tengo ni idea todavía cuál va a ser.
Se habla mucho de las carreras híbridas, de los multitalentos, por ejemplo cuando se juntan mecatrónica, biotecnología, biomedicina, se juntan dos cosas que antes estaban separadas. Cada vez va a ser más así, más híbrido y más entreverado.
A veces los gurises y los padres tienen como este miedo de decir “capaz estudias una cosa que no te sirve para nada”, aparece allí el miedo al fracaso o a perder tiempo en el sistema educativo. Nunca es tiempo perdido, es desarrollar habilidades que capaz hoy no me doy cuenta para qué las voy a usar todavía, pero dentro de unos años voy a estar dándome cuenta para qué eran.
Lo importante es mantenerse estudiando, porque no solamente me permite desarrollar habilidades sino también mantener la mente activa, desarrollar más redes neuronales. Es muy distinto el cerebro de alguien que está estudiando activamente, que el de alguien que no.
Otro mito a romper es que hay que estudiar necesariamente en la universidad. Hay que mantenerse estudiando, puede ser autodidacta, puede ser buscando cómo resolver algo en un video de YouTube o preguntándole a la ChatGPT. Lo autodidacta, el aprendizaje entre pares, el modelado, el ver a otro como lo hace, el leer un libro, buscar en TikTok cómo resolver algo, eso también es estudiar o capacitarse hoy en día.
¿A nivel educativo, que nos está faltando hacer?
A los gurises les falta educación financiera, aprender a hacer un currículum, el manejo de las relaciones interpersonales en el mundo del trabajo, todo eso es lo que yo llamo orientación. Si lo limito a algunas palabritas orientación sería: acompañar, asesorar, mentorear, vos vas como acompañando al costadito de un proceso y brindando la información que se requiera según el caso.
Alguna información la vas a proporcionar antes. Por ejemplo, vamos a hacer un taller de educación financiera para el tema del primer mes de trabajo, cómo vas a hacer para ir a trabajar, porque el sueldo lo vas a cobrar a mes vencido.
Recuerdo una formación en la que hicimos en una planilla Excel los gastos de boletos, la vianda, comprarse alguna ropita para ir a trabajar el primer mes. Ese tipo de cosas también se acompañan, se va armando un plan. El tema de los descuentos: el sueldo es este, pero la mano te va a quedar tal cosa, no dar las cosas por obvias.
¿Estos talleres de orientación podrían tener un lugar en la educación formal?
Ahí tenemos el gran tema de ese vínculo medio complejo que tiene la educación formal con el mundo del trabajo. Es histórico y tiene que ver también con la finalidad y los objetivos de cada área.
Hay como cierta idea, cierto mito, de que si se les habla mucho de esas cosas se van a ir antes del sistema educativo y el mundo laboral los va a secuestrar … cuando en realidad, los gurises van a empezar a laburar cuando necesiten empezar a laburar y si no les propiciamos el acompañamiento y las condiciones necesarias, van a dejar de estudiar. Capaz con un poco de suerte, después vuelven grandes a terminar.
Nos perdemos de vista de que si capaz hiciéramos una cosa más mixta, podría dar más resultados. Ahí tenemos toda la experiencia de UTU, que es la institución que intenta hacer mejor ese mix. A la educación formal le cuesta un poquito integrar estos temas y los gurises quedan ahí en el medio. No hay contenidos, no hay asesoramiento, sino que hay una carga horaria brutal con la que es muy difícil estudiar y trabajar.
Es un cambio que tiene que plantearse la sociedad toda, porque sino vamos a seguir preguntándonos por qué el desempleo juvenil triplica la media o peor aún, señalando a nuestros jóvenes como culpables de los fracasos de las políticas.
Descentralización
Se sabe bien lo que hay que hacer, pero no se hace. El trabajo y los recursos destinados a la descentralización son muy importantes. Recuerdo que existía el programa Jóvenes en Red que buscaba un poco eso, trabajar con adolescentes de 14 a 24 años en territorio que no habían culminado, ni estén cursando el ciclo básico desarrollando un proyecto socioeducativo individualizado, actividades culturales y orientación vocacional… se desarmó.
INEFOP tenía un programa llamado “Pro Joven” destinado a jóvenes de entre 18 y 29 años para mejorar sus condiciones de empleabilidad mediante procesos de formación laboral y en un rediseño realizado en 2010 comenzó a desaparecer. Sigue estando la modalidad ‘Joven’, pero no como programa y eso le quita lugar, peso y visibilidad.
Tiene que existir un área especializada, con técnicos que salgan a recorrer el territorio porque si no vamos a terminar en lo mismo. Sabemos cómo hacerlo, porque de la descentralización en el territorio se habla hace años, pero después nadie baja al territorio y nuevamente decidimos todas las políticas desde un escritorio adultocéntrico y centralizado.
Pasa mucho con la Ley de Empleo Juvenil. Ahora hay un diálogo social por el empleo que está buenísimo, porque es necesario hacerlo cada tanto, pero nuevamente estamos por remodelar la Ley de Empleo Juvenil, es la tercera o cuarta vez que se remodela.
Nos damos cuenta que por más que tengamos una ley de empleo juvenil, que es importante que exista, no es lo que mueve la aguja en las empresas al momento de decidir contratar. No son las exoneraciones, sino que exista un acompañamiento y un sostén, que un técnico que entienda de trabajo y juventud los ayude a diseñar esa experiencia en los primeros meses de trabajo, que haya alguien disponible para hablar si pasa algo con ese joven... eso es lo que las empresas valoran más.
Hay algo por allí que no sabría explicar mucho, por lo cual no acumulamos la experiencia, empezamos de cero nuevamente y se pierde mucho tiempo y muchas juventudes por el camino.
¿Cuáles son las brechas de acceso al empleo más importantes entre los jóvenes?
Eso también es histórico. Ya sabemos que hay discriminaciones que tienen que ver con el lugar de procedencia, de residencia, con el género, con la raza, con la etnia, con la orientación sexual, con la discapacidad.
Nuevamente, se han hecho un montón de intentos, desde legislaciones hasta ley de cupos. Todavía falta y todavía hay gente que sigue cuestionando en algunos lugares si esto es así o capaz que ya no “porque ahora las mujeres han logrado un lugar …” pero no, las diferencias de género en el trabajo existen en todos los ámbitos que se puedan contemplar o analizar.
Con la discapacidad por ejemplo, se aprobó una ley que obligaba a determinados cupos laborales que iban a ir aumentando año a año y vino la pandemia, eso como que atrasó un poco la implementación en las empresas privadas, las empresas públicas ya lo tienen desde hace mucho tiempo. Hay que seguir trabajando hacia allí, surgieron una cantidad de consultoras que están especializadas en discapacidad, se habla muchísimo de educación inclusiva. No es que estemos tan mal, pero todavía falta un montón y hay que seguir por esa línea.
Un chiquilín de un barrio vulnerable que sale a buscar trabajo solito, va a tener menos posibilidades que si va acompañado por un equipo que está sosteniendo. La figura de la orientación y del acompañamiento socioeducativo-emocional para mí es clave para ayudar con estas brechas sociales.
El narcotráfico también quedó instalado como una muy buena posibilidad laboral en algunos territorios, como ya pasa en otros países. Sumado a ésto, los sueldos tan bajos que hay para las primeras experiencias laborales que no compiten en términos económicos.
Después están las brechas digitales, que van a seguir aumentando también, a veces pensamos que por ser jóvenes tienen resueltas las cosas tecnológicas y no es así, usan redes y otras cosas pero no cuentan con las herramientas informáticas básicas para desempeñarse en determinados trabajos.





