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UN MUNDO AJENO

Conversamos con adolescentes que todavía no cuentan con experiencias laborales, para conocer cuáles son las expectativas y miedos que les genera el mundo del trabajo, qué importancia le dan a trabajar en algo que les guste y las principales fuentes de trabajo que visualizan en sus barrios.

 

Observar el mundo a través de los ojos de las y los adolescentes, protagonistas de la problemática del desempleo juvenil que intentamos desmenuzar en el primer número la Revista El Tejano, nos permite situarnos en algunas de las representaciones que se proyectan en el imaginario de quienes aún no han transitado por ese mundo desconocido del trabajo.

 

Charlamos con Jairo, Ayelen, Mariano, Valentina, Ignacio, Mía, Valentina, Tati, Esteban, Ezequiel, Noah, Antonhy, Luana y Lucia, adolescentes del oeste Montevideo que participan en distintos proyectos educativos de la zona.

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¿Qué miedos genera integrarse a un mundo que todavía no es el suyo? 

 

Las respuestas de las y los adolescentes a ésta pregunta, superan ampliamente en énfasis, matices y sensaciones a las expectativas positivas que tienen de cara a su primera experiencia laboral. 

 

Jairo del Cerro, con sus 15 años, lo describe de esta manera: “Expectativa ni idea, sí miedo a que me despidan, un miedo grandísimo. Debe ser horrible, estás trabajando y te despiden, es como que se te cae el mundo arriba. Le pasa a mucha gente y debe ser horrible”. Mariano, cerrense de 18 años, expresa que su miedo más grande es “que nadie me dé trabajo, buscar y buscar y no conseguir”

 

Para Esteban de 17 años que vive en Nuevo París, sus principales miedos son a “ no saber cómo comenzar, no saber si hago bien las cosas y a las entrevistas de trabajo, eso me va a dar un montón de nervios”. Mía, de La Teja, con sus 18 años contesta que tiene miedo de “tener que aguantar cosas que no corresponden por el mero hecho de que necesitas el trabajo”. 

 

Noah, del barrio la Boyada, tiene 16 años y en sus palabras pone en juego otro temor que se repite en los distintos relatos “mi miedo es a no adaptarme, que me cueste adaptarme a la gente del trabajo”. 

 

Anthony vive en Nuevo París, tiene 15 años y ya sabe que quiere trabajar en la construcción. Su principal miedo son los accidentes laborales en el rubro y no llevarse bien con sus compañeros. Lucía del Paso de la Arena, teme que no pueda conseguir trabajo justamente porque no tiene ninguna experiencia. 

 

Expectativas frente a su primera experiencia laboral

 

Las expectativas que tienen las y los adolescentes sobre el mundo del trabajo, se centran principalmente en el ambiente y las relaciones humanas que allí se desarrollen.

 

Para Luana del barrio Cerro, la expectativa está “en que el ambiente sea bueno, más que nada eso es lo que espero. Anthony también pone en sus expectativas “en que se arme un lindo grupito de trabajo para compartir mates, hacer comidas y que no me exploten”.

 

Ezequiel, cerrense de 16 años, nos cuenta que sus expectativas del primer trabajo están en “ganar un poco de plata y arreglar algunas cosas en mi casa”.

 

La importancia de trabajar en algo que te guste

 

La gran mayoría de los jóvenes visualiza que trabajar de algo que les guste en un futuro es fundamental para no “sufrir” el trabajo. Para tati de Nuevo París “es muy  importante que te guste el trabajo que estás haciendo, porque le ponés más ganas y esfuerzo, sino va a ser aburrido, te va a cansar y vas a querer dejarlo”.

 

Mariano entiende que si trabajás en algo que te guste “vas a estar más motivado para ir a trabajar, no estar de mal humor y todo eso por estar en un trabajo que no te gusta al que tenés que ir obligado para que no te despidan. Si trabajas en algo que te gusta vas a estar todos los días con ganas y no te va a dejar de gustar”.

A Esteban le parece muy importante “más que nada por la motivación, porque si trabajas desmotivado tu rendimiento va a ser muy bajo y creo que también por lo social, que te puede afectar en tu vida personal por desgaste, por hacer algo que no te gusta y en tu vida dentro de la empresa”. 

 

Ayelen ya tiene claro que quiere trabajar en la gastronomía y cree que no se va a aburrir de hacer algo que le gusta. Mía, un tanto más pragmática, responde que “es real que es algo que tienes que hacer siempre y es mejor hacerlo sin hastío”.

 

Para Luana, si no te gusta tu trabajo “la responsabilidad es un peso que la mayoría de veces no te dan ganas de cumplir o decís pah qué de menos levantarte a tal hora o ir a tal lado si yo no tengo ganas. Pero si a vos te gusta, el peso es mucho menor”. 

 

Anthony proyecta que si él consigue en un futuro trabajar de lo que le gusta “no lo tomaría como un trabajo sino como una carrera, iría cómo aprendiendo todos los días”.

 

Tres palabras que representan el mundo del trabajo

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Consultados por las palabras que representan en su imaginario el mundo del trabajo el abanico es más amplio y diverso, pero palabras como: cansancio, responsabilidad, administrarse y salario son las que más se repiten. 

 

Otros conceptos que aparecieron en sus respuestas son: desarrollarse, independencia, salir en hora, levantarse temprano, identidad, esfuerzo, aprendizaje y adaptación o como explica Noah “adaptación sobre todo a la gente. Yo soy de enojarme fácil y me voy a tener que bancar que haya gente que no me hable de la mejor manera, sobre todo los jefes”.

Principales fuentes laborales que ven en sus barrios

 

Las respuestas a ésta pregunta tienen algunas variaciones de acuerdo a los barrios, pero los kioscos y almacenes se erigen como la principal fuente laboral que las y los adolescentes identifican en su cotidianidad. Supermercados, locales de comidas, peluquerías, mueblerías, tiendas de ropa, ferias también entran en su radar laboral y como apunta Ignacio “yo veo pasar la gente que va a la Ancap”, siendo la única referencia fabril para las y los jóvenes en una zona que supo ser el corazón industrial del país. 

 

Otros puestos laborales en la zona que identifican en sus relatos no son necesariamente ocupados por sus vecinas y vecinos, como es en el caso de las y los trabajadores de la educación y asistentes sociales que ven a diario realizar sus tareas en centros CAIF, Centros Juveniles, jardines, escuelas y liceos. 

 

También identifican a la labor de guardia de seguridad como una fuente laboral importante en el barrio pero que no se realiza allí, ya que se cruzan en el ómnibus muchos vecinos que salen con su uniforme a trabajar de ello hacía otras zonas de Montevideo. 

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